¿Sabías que el Concejo murciano medieval desde 1266, se enfrentó en su organización diaria, con una situación de constante «guerra chica»?

Como bien documentó en su momento el profesor Torres Fontes, ese estado de violencia latente no terminó en 1492 como en muchas ocasiones se nos ha contado.

 

Nuestra situación geoestratégica, como una cuña de separación entre las dos coronas más importantes dentro de la dinámica política entre Castilla y Aragón, se traducirá en problemas de delimitación de término mucho más complejas en el lado valenciano, y por tanto, oriolano, que en el otro extremo del valle, en el que la frontera granadina se iría alejando con respecto al municipio murciano.

 

La conflictividad fronteriza traducida en incursiones de almogávares oriolanos, y los continuos problemas con el sistema de avenamiento y desecación de almarjales desde Monteagudo a los limites del reino hacia El Raal y Zeneta tienen que estar presentes en el momento de explicar el siglo XIII, sobre todo en cuanto al tipo de poblamiento, caracterizado por el mantenimiento de casas torre, tipo de cultivo, o la estructura del sistema de regadío tan diferente de la «Huerta vieja».

 

La tercera frontera es la que nos limita con el mar. Si tenemos en cuenta que con la delimitación territorial del Concejo de Murcia, la mitad del Mar Menor, desde la Rambla del Albujón hacia el norte queda para Murcia, esa salida al mar condiciona el comercio y el abastecimiento de pescado y otros materiales tanto al municipio como al Reino.

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